domingo, 16 de agosto de 2015

Evangelio     Jn 6, 51-59

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan.
Jesús dijo a los judíos: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo”. Los judíos discutían entre sí, diciendo: “¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?”. Jesús les respondió: “Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente”. Jesús enseñaba todo esto en la sinagoga de Cafarnaún.
Palabra del Señor.

Comentario


“El pan de vida es el don de la salvación. Su origen celestial nos asegura su fuerza salvífica. El hombre tiene acceso a ese don, encarnado ahora en la persona de Jesús, siempre que crea en él. Las dos expresiones –’el que viene a mí’ y ‘el que cree en mí’– son sinónimas. El hambre y la sed se complementan como signos de la realidad humana en su finitud y fragilidad. Lo que el hombre necesita para vivir lo recibe en el don del pan de vida” (Horacio Lona, El Evangelio de Juan, Ed. Claretiana).

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