lunes, 3 de agosto de 2015

Mateo 14; 13 – 21

Al conocer la noticia, JESUS se alejó discretamente de allí en una barca a un lugar despoblado. Pero la gente lo supo en seguida y comenzó a seguirlo por tierra desde sus pueblos. Al desembarcar JESUS y encontrarse con tan gran gentío, sintió compasión de ellos y sanó a sus enfermos.
Cuando ya caía la tarde, sus Discípulos se le acercaron diciendo: estamos en un despoblado y ya ha pasado la hora. Despide a esta gente para que se vayan a las aldeas y compren algo para comer.
Pero JESUS les dijo: “No tienen porque irse; denle ustedes de comer.” Ellos respondieron aquí tenemos solo cinco panes y dos pescados. JESUS les dijo: “Tráiganmelos para acá”
Y mando a la gente que se sentara en el pasto. Tomo los cinco panes y los dos pescados, levantó los ojos al cielo, pronuncio la bendición, partió los panes y los entrego a los Discípulos. Y los Discípulos los daban a la gente. Todos comieron y se saciaron, y se recogieron los pedazos que sobraron; ¡doce canastos llenos! Los que habían comido eran unos cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños.
Palabra del Señor.

Comentario

Seguramente, la muerte de Juan afectó a Jesús. ¡Tantas veces lo habría escuchado y conversado con él para compartir las experiencias de Dios y de la vida! El Señor necesitó apartarse, tomarse un tiempo para el duelo, dejar que su espíritu y su cuerpo expresen el dolor causado por la pérdida física de su amigo.


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