lunes, 10 de julio de 2017

Evangelio Mt 9, 18-26
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo.
Se presentó a Jesús un alto jefe y, postrándose ante él, le dijo: “Señor, mi hija acaba de morir, pero ven a imponerle tu mano y vivirá”. Jesús se levantó y lo siguió con sus discípulos. Entonces se le acercó por detrás una mujer que padecía de hemorragias desde hacía doce años, y le tocó los flecos de su manto, pensando: “Con sólo tocar su manto, quedaré sana”. Jesús se dio vuelta, y al verla, le dijo: “Ten confianza, hija, tu fe te ha salvado”. Y desde ese instante la mujer quedó sana. Al llegar a la casa del jefe, Jesús vio a los que tocaban música fúnebre y a la gente que gritaba, y dijo: “Retírense, la niña no está muerta, sino que duerme”. Y se reían de él. Cuando hicieron salir a la gente, él entró, la tomó de la mano, y ella se levantó. Y esta noticia se divulgó por aquella región.
Palabra del Señor.
Comentario
Dos personas de muy distinto rango y condición se acercan a Jesús: un varón magistrado, culto y reconocido por el pueblo, y una mujer marcadamente impura por el flujo de sangre. Ambos demuestran una gran fe y acuden a Jesús con la confianza de quien sabe que encontrará salvación. El primero habla, la segunda obra en silencio, pero los dos consiguen lo que buscaban: sanación y vínculos nuevos. Hoy es un nuevo día, y la Palabra te dice que hoy también puede haber un milagro para ti.

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