miércoles, 12 de diciembre de 2018

Evangelio     Lc 1, 39-48


+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: “¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor”. María dijo entonces: “Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador, porque él miró con bondad la pequeñez de su servidora. En adelante todas las generaciones me llamarán feliz”.
Palabra del Señor.

Comentario


Isabel reconoce su pequeñez. No se espera semejante don. Por eso, su reacción es la alegría. Solo podemos alegrarnos de estar con Dios cuando reconocemos nuestra pequeñez.

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