lunes, 9 de septiembre de 2019

Evangelio      Lc 6, 6-11


+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Un sábado, Jesús entró en la sinagoga y comenzó a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha paralizada. Los escribas y los fariseos observaban atentamente a Jesús para ver si sanaba en sábado, porque querían encontrar algo de qué acusar­lo. Pero Jesús, conociendo sus intenciones, dijo al hombre que tenía la mano paralizada: “Levántate y quédate de pie delante de todos”. Él se levantó y permaneció de pie. Luego les dijo: “Yo les pregunto: ¿Está permitido en sábado, hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?”. Y dirigiendo una mirada a todos, dijo al hombre: “Extiende tu mano”. Él la extendió y su mano quedó sana. Pero ellos se enfurecieron, y deliberaban entre sí para ver qué podían hacer contra Jesús.
Palabra del Señor.

Comentario


Por un momento, hagamos el ejercicio de imaginar la escena. Podemos “ver” a Jesús con una mirada tierna hacia el pobre hombre. Y esta mirada, sin dudas, se transforma en desafiante hacia los hombres que quieren encontrar en él un transgresor de la Ley. ¿Y su voz? Quizás se escucha bien firme cuando le indica al hombre que se levante, o cuando enfrenta a los escribas y fariseos interrogándolos. Sin embargo, nos ha de sonar con un tono diferente: el hombre lo siente cercano y liberador, mientras que los defensores de la Ley se sienten juzgados. Dejemos que nuestra imaginación nos incluya entre los espectadores y preguntémonos sobre nuestros sentimientos en esta escena.

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