jueves, 19 de septiembre de 2019

Tim 4, 12-16


Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo.
Querido hijo: Que nadie menosprecie tu juventud: por el contrario, trata de ser un modelo para los que creen, en la conversación, en la con­ducta, en el amor, en la fe, en la pureza de vida. Hasta que yo llegue, dedícate a la proclamación de las Es­crituras, a la exhortación y a la enseñanza. No malogres el carisma que hay en ti y que te fue conferido mediante una intervención profética, por la imposición de las manos del presbiterio. Reflexiona sobre estas cosas y dedícate enteramente a ellas, para que todos vean tus progresos. Vigila tu conducta y tu doctrina, y persevera en esta actitud. Si obras así, te salvarás a ti mismo y salvarás a los que te escuchen.
Palabra de Dios.

Comentario

“No malogres el carisma que hay en ti”. Estas palabras le fueron dirigidas a Timoteo en virtud del ministerio que debía cumplir en la Iglesia. Pero son perfectamente aplicables a cada uno de nosotros. Cada cual tiene un don, y eso es una gracia para la comunidad. Reconocerlo y ejercerlo con diligencia es la mejor forma de agradecer a Dios el carisma que nos ha dado.


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