lunes, 28 de octubre de 2019

Evangelio      Lc 6, 12-19


+Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas.
Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles: Simón, a quien puso el sobrenombre de Pedro, Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, llamado el Zelote, Judas, hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor. Al bajar con ellos se detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, para escucharlo y hacerse curar de sus enfermedades. Los que estaban atormentados por espíritus impuros quedaban curados; y toda la gente quería tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.
Palabra del Señor.

Comentario

En la tradición bíblica “el monte” o “la montaña” (a veces se dice el nombre y otras no, como en este caso) es el lugar en donde el ser humano, o el pueblo, se encuentra con Dios. Jesús se dirigió hacia una montaña, como muchas otras veces, a encontrarse con Dios. No podríamos entender a Jesús sin esos encuentros, que son íntimos, personales y únicos, y que nos inspiran a nosotros también a llegar hacia nuestros propios montes interiores a despojarnos de nosotros para encontrarnos con el Padre.

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