viernes, 15 de agosto de 2014

María visita a su prima Isabel (Lucas 1; 39 -56)

Por ese entonces María tomó su decisión y se fue, sin mas demoras, a una ciudad ubicada en los cerros de Judá. Entro en la casa de Zacarías y saludo a Isabel. Al oír Isabel su saludo, el niño dio saltos en su vientre, Isabel se llenó del Espíritu Santo, y exclamó en voz alta: ¡Bendita tú eres entre las mujeres y Bendito el fruto de tu vientre! ¿cómo he merecido yo que venga a mi la madre de mi SEÑOR? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño salto de alegría en mis entrañas. ¡Dichosa tú por haber creído que se cumplirías las promesas del SEÑOR!
María dijo entonces:
Proclama mi alma la grandeza del SEÑOR. Y mi espíritu es alegría en DIOS mi salvador, porque se fijo en su humilde esclava, y desde ahora todas las generaciones me llamarán feliz. El poderoso ha hecho grandes cosas por mí, ¡Santo es su Nombre! Muestra su misericordia siglo tras siglo, a todos aquellos que viven en su presencia. Dio un golpe con todo su poder; deshizo a los soberbios y todos sus planes. Derribo a los poderosos de sus tronos y exalto a los humildes. Colmó de bienes a los hambrientos, y despidió a los ricos con sus manos vacías.
Socorrió a Israel su siervo, se acordó de su misericordia, como lo había prometido a nuestros padres. Abraham y a sus descendientes para siempre.
María se quedo unos tres meses con Isabel, y después volvió a su casa.



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