sábado, 2 de agosto de 2014

Mateo 14; 1 – 12

Por aquel tiempo, la fama de JESUS había llegado hasta el virrey Herodes. Y dijo a sus servidores: Este es Juan el Bautista; Juan ha resucitado de entre los muertos y por eso actúan en El poderes milagrosos.
En efecto, Herodes había ordenado detener a Juan, lo había echo encadenar y encerrar en la cárcel a causa de Herodías, esposa de su hermano Filipo. Porque Juan le decía: La ley no te permite tenerla como esposa. Herodes quería matarlo, pero tenía miedo de la gente, que consideraba a Juan como un profeta.
En eso llegó el cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías salió a bailar en medio de los invitados, y le gusto tanto a Herodes que le prometió bajo juramento darle todo lo que le pidiera. La joven, a instigación de su madre, le respondió: Dame aquí, en una bandeja, la cabeza de Juan Bautista.
El rey se sintió muy molesto, porque se había comprometido bajo juramento en presencia de los invitados; aceptó entregársela, y mando a decapitar a Juan en la cárcel. Su cabeza fue traída en una bandeja y entregada a la muchacha, quien a su vez se la llevo a su madre. Después vinieron los discípulos de Juan a recoger su cuerpo y lo enterraron. Y fueron a dar la noticia a JESUS.


 

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