sábado, 7 de noviembre de 2015

Juan 2; 1 – 11

Tres días mas tarde se celebraba una boda en Caná de Galilea, y la Madre de JESUS estaba allí. También fue invitado JESUS con sus Discípulos. Sucedió que se termino el vino preparado para la boda, y se quedaron sin vino. Entonces la madre de JESUS le dijo: No tienen vino. JESUS le respondió: “¿Qué quieres de Mi, mujer? Aún no ha llegado mi hora”
Pero su Madre dijo a los sirvientes: Hagan lo que El les diga. Había allí seis recipientes de piedra, de los que usan los Judíos para purificaciones de unos cien litros de capacidad cada una. JESUS dijo: “Llenen de agua esos recipientes” Y los llenaron hasta el borde. “Saquen ahora” les dijo, “y llévenle al mayordomo”  Y ellos se lo llevaron.
Después de probar el agua convertida en vino, el mayordomo llamó al novio, pues no sabía de donde provenía, a pesar de que lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua. Y les dijo: Todo el mundo sirve al principio el vino mejor, y cuando todos ya han bebido bastante, les dan el de menos calidad, pero tu has dejado el vino mejor para el final.
Esta señal milagrosa fue la primera, y JESUS la hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria y sus Discípulos creyeron en EL.
Palabra del Señor.

Comentario


“La orden de la madre, es decir, que hicieran lo que Jesús les dijera, se está realizando a la perfección. El maestresala prueba el agua convertida en vino. No conoce el origen del vino, pero los sirvientes sí. Ellos habían echado el agua y saben que el vino es el resultado de una cadena de respuestas o reacciones a una serie de ‘palabras’: la palabra de la madre sobre la palabra de su hijo (v. 5) y las dos palabras de Jesús (vv. 7-8). La importancia de aceptar la ‘palabra’ de Jesús es un tema crucial” (F. Mülüney, El Evangelio de Juan).

No hay comentarios:

Publicar un comentario