lunes, 22 de agosto de 2016

Lucas 1; 26 – 38

Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por DIOS a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, una joven virgen que estaba comprometida con un hombre llamado José, de la Familia de David. La virgen se llamaba María.
Llegó el Ángel hasta ella y le dijo: Alégrate, llena de gracia, el SEÑOR esta contigo. María quedó muy conmovida al oír las palabras, y se preguntaba que significaba tal saludo.
Pero el ángel le dijo: No temas, María, porque has encontrado el favor de DIOS. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, al que pondrás por nombre JESUS. Será grande y justamente será llamado Hijo del Altísimo. El SEÑOR DIOS le dará el trono de su antepasado David, Gobernará por siempre al pueblo de Jacob y su reinado no terminará jamás.
María entonces le dijo al ángel: ¿como puede ser eso, si yo soy virgen? Contesto el ángel: El espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el niño Santo que nacerá de ti será llamado Hijo de DIOS. También tu prima Isabel esta esperando un hijo en su vejez, y aunque no podía tener familia, se encuentra ya en su sexto mes de embarazo. Para DIOS, nada es imposible.
Dijo María: Yo soy la servidora del SEÑOR, hágase en mi como has dicho. Después se alejo el ángel.
Palabra del Señor.

Comentario

“La voluntad divina se encontró con la dócil voluntad humana de María. Para ella, la situación era difícil, arriesgada y peligrosa; sabía que lo que para los hombres es imposible, para Dios es posible; que el Señor aporta plenitud y no minusvalía; que lo que Dios pide, antes lo facilita; y que lo que propone es infinitamente mejor para el hombre”(Mateo Bautista, Comentarios Bíblicos Dominicales Ciclo A, Ed. San Pablo, 2011).


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