lunes, 31 de mayo de 2021


 

Lucas 1; 39 – 26

En esos días María se encamino a un pueblo de las montañas de Judea, a la casa de su prima Isabel, porque estaba embarazada y era de avanzada edad. Al llegar María, el niño en el vientre de Isabel saltó de alegría y esta le dijo: ¡Bendita tú entre la mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para quien soy yo para que la madre de mi SEÑOR venga a verme? Dichosa tú que as creído que se cumpliría todo lo que te fue anunciado por parte del SEÑOR.

Entonces María dijo: Mi alma glorifica al SEÑOR y mi espíritu se llena de júbilo en DIOS, mi salvador, porque puso sus ojos en la humildad de su esclava. Desde ahora me llamaran dichosa todas las generaciones porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre, y su misericordia llega de generación en generación a quienes lo temen. Ha hecho sentir el poder de su brazo, disperso a los de corazón altanero, destrono a los poderosos y exalto a los humildes y a los ricos los despidió sin nada. Acordándose de su misericordia vino a Israel en su ayuda, como lo había prometido a nuestros padres, a Abraham, y a su descendencia para siempre. María permaneció con Isabel unos tres meses mas y luego retorno a su casa.

PALABRA DEL SEÑOR.- GLORIA A TÍ, SEÑOR, JESÚS.

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