jueves, 28 de mayo de 2015

El ciego de Jericó (Marco 10; 46 – 52)

Llegaron a Jericó. Al salir de allí JESUS con sus Discípulos y con bastante mas gente, un ciego que pedía limosna se encontraba a la orilla del camino. Se llamaba Bartimeo (hijo de Timeo). Al enterarse de que JESUS de Nazaret era el que pasaba, empezó a gritar: ¡Hijo de David, ten compasión de Mi! Muchas personas trataban de hacerlo callar. Pero él gritaba con mas fuerza: ¡ Hijo de David, ten compasión de Mi!
JESUS se detuvo y dijo: “Llámenlo” Llamaron, pues, al ciego diciéndole: Vamos, levántate, que te esta llamando. Y él, arrojando su manto, se puso de pie en un salto y se acerco a JESUS.
JESUS le pregunto: “¿Qué quieres que haga por ti?” El ciego respondió: Maestro, que vea. Entonces JESUS le dijo: “Puedes irte, tu fe te ha salvado”. Y al instante pudo ver y siguió a JESUS por el camino.
Palabra del Señor.

Comentario

Jesús va hacia Jerusalén con sus amigos, pero no sólo, sino que también una importante cantidad de gente atraviesa ese camino para ir a celebrar la Pascua. Se trata de una buena oportunidad para cualquier mendigo para hacerse de varias monedas. Sin embargo, el paso de Jesús transforma a ese hombre desde el inicio del encuentro. Él no pide moneditas, primero pide compasión y luego, poder ver. El hombre se reconoce necesitado de ternura, necesitado de recobrar la dignidad de persona, para luego hacer su propio camino, ya “viendo” por dónde andar.


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