martes, 9 de junio de 2015

Sal y luz (Mateo 5;  13 – 16)

“Ustedes son la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve insípida, ¿cómo podrá ser salada de nuevo? Ya no sirve para nada, por lo que se tira afuera y es pisoteada por la gente.
Ustedes son la luz del mundo, ¿cómo se puede esconder una ciudad asentada sobre un monte? Nadie enciende una lámpara para taparla con un cajón, la ponen mas bien sobre un candelero, y alumbra a todos los que están en la casa. Hagan, pues, que brille su luz ante los hombres, que ven estas buenas obras, y por ello den Gloria al PADRE de ustedes que esta en los Cielos.”
Palabra del Señor.

Comentario

“Estamos acostumbrados a proclamar que Jesús de Nazaret y su Evangelio es la luz del mundo pero nos resulta sorprendente cuando se afirma que todos nosotros somos tanto luz como sal. La identidad y hoja de ruta que establecen las bienaventuranzas son la identidad integral de las comunidades cristianas y de cada uno de quienes llevan la marca del Cordero en sus frentes y en sus vidas. Luz como paradigma escandaloso de compromiso con quienes la sociedad y muchas veces las mismas comunidades de fe consideran impuros, indignos y descalificados. Luz que ilumina todos los pesebres marginales y olvidados del mundo contemporáneo y guía a quienes la contemplan, no por los caminos que conducen a templos y palacios, sino por aquellos senderos por los cuales muy pocos quieren transitar: las márgenes de las vulnerabilidades” (Pastor Lisandro Orlov,http://www.pastoralsida.com.ar/paginas_internas/desafios_de_la_palabra/a_5ord(2011).html).


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