jueves, 1 de septiembre de 2016

Lucas 5; 1 – 11

Cierto día la gente se agolpaba a su alrededor para escuchar la palabra de DIOS, y EL estaba de pie a la orilla del lago de Genesaret. En eso vio dos barcas amarradas al borde del lago, los pescadores habían bajado y lavaban las redes. Subió a una de las barcas, que era la de Simón, y le pidió que se alejara un poco de la orilla; luego se sentó y empezó a enseñar a la multitud desde la barca.
Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: “lleva la barca mar adentro y echa las redes para pescar” Simón respondió: Maestro, por mas que lo hicimos durante toda la noche, no pescamos nada; pero, si tu lo dices, echaré las redes. Así lo hicieron,  y pescaron tal cantidad de peces, que las redes casi se rompían. Entonces hicieron señas a sus asociados que estaban en la otra barca para que vinieran a ayudarles. Vinieron y llenaron tanto las dos barcas, que por poco se hundían.
Al ver esto, Simón Pedro se arrodillo ante JESUS, diciendo: SEÑOR, apártate de mi, que soy un hombre pecador. Pues tanto él como sus ayudantes se habían quedado sin palabras por la pesca que acababan de hacer. Lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, compañeros de Simón.
JESUS les dijo: “No temas, en adelante serás pescador de hombres”  En seguida llevaron sus barcas a tierra, lo dejaron todo y siguieron a JESUS.
Palabra del Señor.

Comentario

Pedro acepta la invitación de Jesús a echar las redes. Es una acción que ha repetido cientos de veces y con diversos resultados, pero ahora la ejecutará confiando en la palabra de Jesús. Y lo que hace momentos tuvo un resultado estéril, ahora asombra y maravilla a estos pescadores.
 

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