miércoles, 22 de junio de 2016

Sal 27, 8-9

El Señor es la fuerza de su pueblo, el baluarte de salvación para su Ungido. Señor, salva a tu pueblo y bendice a tu heredad; apaciéntalo, y sé su guía para siempre.

Mateo 7; 15 – 20

“Cuídense de los falsos profetas que se  presentan ante ustedes con piel de ovejas, pero por dentro son lobos feroces. Ustedes los reconocerán por sus frutos. ¿Cosecharan ustedes uvas de los espinos o higos de los cardos?
Lo mismo pasa con un árbol sano, da frutos buenos, mientras que el que el árbol malo produce frutos malos. Un árbol bueno no puede dar frutos malos, como tampoco un árbol malo puede dar frutos buenos. Todo árbol que no da frutos buenos se corta y se echa al fuego. Por lo Tanto, ustedes los reconocerán por sus obras.”
Palabra del Señor.

Comentario

“Se reconoce si uno es un verdadero cristiano, al igual que se reconoce a un árbol por sus frutos (…) los frutos de esta unión profunda con Jesús son maravillosos: toda nuestra persona es transformada por la gracia del Espíritu: alma, inteligencia, voluntad, afectos, y también el cuerpo, porque somos unidad de espíritu y cuerpo. Recibimos una forma nueva de ser, la vida de Cristo se convierte en la nuestra: podemos pensar como él, actuar como él, ver el mundo y las cosas con los ojos de Jesús” (Papa Francisco, 3/5/2015).

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