viernes, 11 de marzo de 2016

Antífona de entrada    Sal 53, 3-4

Dios mío, sálvame por tu nombre, defiéndeme con tu poder. Dios mío, escucha mi súplica, presta atención a las palabras de mi boca.

Juan 7; 1 – 2/ 10/14/25 – 30

Después de esto, JESUS iba de un lugar a otro de Galilea; no quería estar en Judea porque los Judíos querían matarle. Se acercaba la fiesta de los Judíos llamada de las tiendas.
Solo después de que sus hermanos fueron  la fiesta subió El también, pero sin decirlo y como en secreto. Hacia la mitad de la semana de la fiesta, JESUS subió al templo y se puso a enseñar.
Algunos habitantes de Jerusalén decían: Pero, ¿ no es este el que quieren matar? Pues ahí lo tienen hablando con toda libertad y no le dicen nada. ¿Sera tal vez que nuestros dirigentes han reconocido que El es el Mesías? Pero éste sabemos de donde viene, mientras que cuando venga el Mesías, nadie sabrá de donde viene.
Entonces JESUS dijo en voz alta mientras enseñaba en el templo: Ustedes dicen que me conocen. Ustedes saben de dónde vengo. Sepan que yo no he venido por mi propia cuenta; quien me envía es el Verdadero, y ustedes no lo conocen. El es el que me ha enviado y Yo lo conozco porque vengo de Él.
Los Judíos hubieran querido llevarlo preso, pero nadie le puso las manos encima porque todavía no había llegado su hora.
Palabra del Señor.

Comentario

Jesús ha venido a dar la vida, lo dice en varias partes del Evangelio. Sin embargo, escapa de quienes buscan matarlo, no porque fuera un cobarde, sino porque “todavía no había llegado su hora”. La hora de Jesús es la de la salvación, la de la Pascua, y para que llegue aún falta un tiempo.

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