domingo, 3 de julio de 2016

Antífona de entrada          cf. Sal 47, 10-11

En tu santo templo, Señor, evocamos tu misericordia; la gloria de tu nombre llega hasta los confines de la tierra. Tu derecha está llena de justicia.

Lucas 10; 1 – 9

Después de esto, el SEÑOR eligió a otros setenta  y dos discípulos y los envió de dos en dos, delante de El, a todas las ciudades y lugares a donde debía ir. Les dijo: “La cosecha es abundante, pero los obreros son pocos. Rueguen, pues, al dueño de la cosecha para que envíe obreros a su cosecha. Vayan, pero sepan que los envío como corderos en medio de lobos. No lleven monedero, ni bolsón, ni sandalias, ni se detengan a visitar a conocidos.
Al entrar a cualquier casa, bendíganla antes diciendo: La paz sea en esta casa. Si en ella vive un hombre de paz, recibirá la paz que ustedes le traen, de lo contrario la bendición volverá a ustedes. Mientras se queden en esa casa, coman y beban lo que les ofrezcan, porque el obrero merece su salario.
No vayan de casa en casa. Cuando entren a una ciudad y sean bien recibidos, coman lo que le sirvan, sanen a los enfermos y digan a su gente: El Reino de DIOS ha venido a ustedes.”
Palabra del Señor.

Comentario

“Con frecuencia, los enviados de Jesús serán rechazados por aquellos a quienes llevan la Buena Noticia. Con la imagen de sacudirse hasta el polvo de los pies, Jesús les pide a sus mensajeros que no adquieran las mismas actitudes de los que se oponen al Evangelio” (Luis Rivas, La obra de Lucas. I. El Evangelio, Ed. Agape).

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