viernes, 8 de abril de 2016

Antífona de entrada          Apoc 5, 9-10

Nos has redimido, Señor, por medio de tu sangre, de todas las familias, lenguas, pueblos y naciones, y has hecho de nosotros un reino sacerdotal para nuestro Dios. Aleluya.

Juan 6; 1 -15

Después JESUS pasó a la otra orilla del lago de Galilea, cerca de Tiberiades. Le seguía un enorme gentío a causa de las señales milagrosas que le veían hacer con los enfermos. JESUS subió al monte y se sentó allí con sus Discípulos. Se acercaba la pascua,  la fiesta de los Judíos.
JESUS pues, levantó los ojos y, al ver el numeroso gentío que acudía a El, dijo a Felipe: “¿Dónde iremos a comprar pan para que coma toda esa gente?” Se lo preguntaba para ponerlo a prueba, pues EL sabía bien lo que iba a hacer. Felipe le respondió: doscientas monedas de plata no alcanza para dar a cada uno un pedazo. Otro Discípulo, Andrés, hermano de Simón Pedro, dijo: aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados: Pero, ¿Qué es esto para tanta gente? JESUS les dijo: “hagan que se siente la gente”
Había mucho pasto en el lugar, y se sentaron los hombres en número de cinco mil. Entonces JESUS tomó los panes, dio gracias y los repartió entre los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados, y todos recibieron cuanto quisieron. Cuando quedaron satisfechos, JESUS dijo a sus Discípulos: “Recojan los pedazos que han sobrado para que no se pierda nada” Los recogieron y llenaron doce canastos con los pedazos que no se habían comido, eran las sobras de los cinco panes de cebada.
Al ver la señal que JESUS había hecho, los hombres decían: Este es sin duda el profeta que habría de venir al mundo. JESUS se dio cuenta que iban a tomarlo por la fuerza para proclamarlo rey, y nuevamente huyó al monte El solo.
Palabra del Señor.

Comentario

“Jesús tomó los panes, dio gracias y los distribuyó a los que estaban sentados”. Este evangelio nos presenta el reparto de los panes como si Jesús hubiera dado personalmente un trozo de pan a cada uno de los que estaban allí. Así, el momento de recibir el pan fue la ocasión para que se diera un contacto personal y cercano, en el que cada uno de los presentes tuvo la ocasión de estar cara a cara con el Señor. Cada uno de los relatos de la multiplicación de los panes nos hace descubrir la riqueza de este gran misterio: la eucaristía es, a la vez, la fiesta comunitaria y la ocasión del encuentro personal con Jesucristo.

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