domingo, 3 de abril de 2016

Esd 2, 36. 37

Celebren con alegría su victoria dando gracias a Dios, que los llamó a su reino celestial. Aleluya.

Juan 20; 19 – 31

Ese mismo día, el primero después de sábado, los Discípulos estaban reunidos por la terne en secreto por miedo a los Judíos. Llegó JESUS, se puso de pie en medio de ellos y les dijo: “La Paz esté con ustedes” Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los Discípulos se alegraron mucho al ver al SEÑOR.
JESUS les volvió a decir: “¡La paz este con ustedes! Como el PADRE me envió a mi, así los envío Yo también” Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: “reciban el Espíritu Santo; a quienes perdone sus pecados, serán liberados, y a quienes se los retengan, les serán retenidos.”
Tomás uno de los doce, llamado el mellizo, no estaba con ellos cuando vino JESUS. Los otros Discípulos le dijeron: Hemos visto al SEÑOR, pero él contesto: Hasta que no vea la marca de los clavos en sus manos, no meta mis dedos en los agujeros de los clavos y no introduzca mis dedos en la herida de su costado, no creeré.
Ocho días después, los Discípulos de JESUS estaban otra vez en casa, y Tomás con ellos. Estando las puertas cerradas, JESUS vino y se puso en medio de ellos, y les dijo: “¡La paz esté con ustedes!” Después dijo a Tomas: “Pon aquí tu dedo y mira mis manos, extiende tu mano y métela en mi costado. Deja de negar y cree”
Tomás exclamó: Tú eres mi SEÑOR y mi DIOS. JESUS replicó: “¡Felices los no han visto, pero creen!”
Muchas otras señales milagrosas hizo JESUS en presencia de sus Discípulos que no están escritas en este libro. Estas han sido escritas para que crean que JESUS es el CRISTO, el Hijo de DIOS, crean y tendrán vida por su nombre.
Palabra del Señor.

Comentario

El pedido por la paz es un clamor que nace del corazón de los hombres y mujeres de buena voluntad. Como discípulos de Jesús, debemos comprometernos profundamente por la paz. Él nos la dejó como regalo y nos la encargó como misión. Jesús, el enviado del Padre, nos envía a llevar la paz. Comencemos hoy, con el saludo de la paz en la misa, el encuentro familiar y las palabras que salgan de nuestra boca: que nos surjan las palabras para construir la paz.

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