lunes, 4 de abril de 2016

Antífona de entrada          Heb 10, 5. 7

El Señor al entrar en el mundo dijo: “Aquí estoy, para hacer, Dios, tu voluntad”.

Lucas 1; 26 – 38

Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por DIOS a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una joven virgen que estaba comprometida con un hombre llamado José, de la familia de David. La virgen se llamaba María.
Llegó el ángel hasta ella y le dijo: Alégrate, llena de gracia, el SEÑOR esta contigo. María quedo muy conmovida al oír estas palabras, y se preguntaba que significaría tal saludo.
Pero el ángel le dijo: No temas, María, porque has encontrado el favor de DIOS. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, al que pondrás el nombre de JESUS. Sera grande y justamente será llamado el Hijo del Altísimo. El SEÑOR DIOS, le dará el trono de su antepasado David, gobernara por siempre al pueblo de Jacob y su reino no terminara jamás.
María entonces dijo al ángel: ¿Cómo puede ser eso, si yo soy Virgen? Contesto el ángel: El Espíritu Santo descenderá ante ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra, por eso el niño Santo que nacerá de ti será llamado Hijo de DIOS. También tu pariente Isabel esta esperando un Hijo en su vejez, y aunque no podía tener familia, se encuentra ya en el sexto mes de embarazo. Para DIOS, nada es imposible.
Dijo María: Yo soy la servidora del SEÑOR, hágase en mi tal como has dicho. Después la dejo el ángel.
Palabra del Señor.

Comentario

“Con María, providencialmente unida a la plenitud de los tiempos, llega a cumplimiento la esperanza de los pobres y el deseo de salvación. La Virgen de Nazaret tuvo una misión única en la historia de salvación, concibiendo, educando y acompañando a su hijo hasta su sacrificio definitivo. Ella nos enseña el primado de la escucha de la Palabra en la vida del discípulo y misionero” (Documento de Aparecida, nn. 266-270).

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