lunes, 11 de abril de 2016

Antífona de entrada          cf. 4 esd 2, 35

La luz eterna brillará para tus santos, Señor, y ellos vivirán para siempre. Aleluya.

Juan 6; 22 – 29

Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del lago se dio cuenta que allí no había habido nada mas que una barca y que JESUS no había subido con sus Discípulos en la barca, sino que estos se habían ido solos. Mientras tanto algunas lanchas de Tiberiades habían atracado cerca del lugar donde todos habían comido el pan. Al ver que ni JESUS ni sus Discípulos estaban allí, la gente subió a sus lanchas y se dirigieron a Cafarnaím en busca de JESUS.
Al encontrarlo al otro lado del lago, le preguntaron: Rabbi (Maestro), ¿Cómo has venido aquí? JESUS les contesto: “En verdad les digo: Ustedes me buscan, no porque han visto a través de los signos sino porque han comido pan hasta saciarse. Trabajen, no por el alimento de un día, sino por el alimento que permanece y da vida eterna. Este se lo dará el Hijo del Hombre; El ha sido marcado con el sello del PADRE.”
Entonces le preguntaron: ¿Qué tenemos que hacer para trabajar en las obras de DIOS? JESUS les respondió: “La obra de DIOS es ésta: creer en aquel que DIOS ha enviado”
Palabra del Señor.

Comentario

Ciertamente, trabajamos por el alimento perecedero y nos procuramos así el pan de cada día. Acaso ¿querría Jesús que no nos ocupáramos de esto?... Más bien, él nos previene para que no perdamos de vista el plano sobrenatural de nuestra vida. Hay muchas personas que están bien alimentadas físicamente, con alimentos sustanciosos, pero son raquíticos de espíritu. Procuremos el buen alimento con los sacramentos, la oración y la lectura asidua de la Palabra.

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